En el otoño del 2005, en plena revuelta de las banlieues a
causa de la muerte accidental de dos adolescentes cuando eran perseguidos por
la policía en Clichy-sous-Bois (al nordeste de París), Hassan Ben M’Barek
impulsó la creación del colectivo Banlieues Respect. Su objetivo era tratar
de restaurar las tensas relaciones entre
la policía y los jóvenes de los barrios populares de la periferia de las
ciudades. Lo primero que reclamaba era que unos y otros se trataran de usted,
en lugar de tutearse (una práctica generalizada en España pero muy restrictiva
en Francia). Que poco o nada ha cambiado desde entonces lo demuestran los
disturbios que encendieron de nuevo a los suburbios de París el pasado mes de
febrero a raíz de la violenta detención de un joven –Théo Lukaka, herido por un
policía con una porra en el ano– en Aulnay-sous-Bois, a dos pasos de Clichy.
Fue un suceso más en una larga retahíla de episodios violentos entre jóvenes de
las barriadas y agentes del orden, cuyas relaciones están enormemente
degradadas desde hace años y años.
Tras varios días de manifestaciones y disturbios,
denunciando la brutalidad policial, los barrios regresaron a la calma. Y al
olvido. Si hay un polvorín en Francia está ahí, en esos barrios suburbiales
–1.500 oficialmente censados, con 4,8 millones de habitantes– que reúnen las
más elevadas tasas de pobreza, fracaso escolar, paro e inseguridad de Francia.
Barrios donde se concentra la población extranjera y de origen inmigrante, y
donde anida un fuerte sentimiento de exclusión. Foco de delincuencia, es aquí
también donde fermentan los candidatos a
yihadistas. Pero las banlieues han
estado, una vez más, ausentes del debate de las elecciones presidenciales.
“De los problemas y la gente de las banlieues no se llega ni
a hablar, es como si no existieran. Es un ángulo muerto completo”, constata
Dolores Bakèla, una joven periodista parisina de origen congoleño, comparándolo
con el espacio que queda fuera del campo visual del conductor de un vehículo. Junto
con Adiaratou Diarrassouba, Dolores Bakèla es la fundadora del blog L’Afro,
cuyo objetivo es dar visibilidad mediática a los jóvenes de las minorías.
Como en cada elección presidencial en Francia, la asociación
Ville & Banlieue –integrada por un centenar de alcaldes de todas las
orientaciones políticas– hizo público un manifiesto, dirigido a todos los
candidatos, con un total de 31 propuestas concretas para tratar de sacar a
estos barrios del agujero negro donde se encuentran y “reintegrarlos en la República”.
“Las personas de estos barrios quieren ser ciudadanos de pleno derecho y
rechazan ser relegados a un segundo plano”, declaró a la emisora RTL el
secretario general de la asociación, Gilles Leproust, alcalde de Allonnes
(departamento del Sarthe, el mismo de François Fillon). No es que no se haya
hecho nada en las banlieues. Al menos desde la época de Mitterrand –esto es,
los años ochenta, cuando se creó el primer Ministerio de la Ciudad–, los
sucesivos gobiernos han invertido miles de millones esencialmente en planes de
renovación urbana y arquitectónica. Pero el sustrato del problema no se ha
arreglado.
Los programas de los candidatos presidenciales no han estado
a la altura. Tampoco esta vez. O menos aún que otras veces. Sólo Jean-Luc
Mélenchon, del movimiento de izquierdas Francia Insumisa, eliminado en la
primera vuelta, ha tenido en cuenta el problema global, lo que incluye la lucha
contra la discriminación, la segregación y el racismo. Los demás prácticamente
se han limitado al problema de la seguridad, bien sea para suavizar la
conflictividad entre población y agentes del orden –como el socialista Benoît
Hamon–, bien para reforzar los efectivos policiales –como casi todos los demás,
con Marine Le Pen naturalmente a la cabeza–.
Los habitantes de las banlieues se sienten olvidados y
muchos de ellos ya no esperan nada del poder. “La gente no confía en los
políticos y desde hace tiempo intenta organizarse por sí misma. Yo
particularmente no espero cambios”, afirma Dolores Bakèla. ¿Hasta el punto de
no ir a votar hoy? La cofundadora de L’Afro constata que hay una profunda
discusión en su entorno sobre si acudir o no a la cita con las urnas. “Entiendo
perfectamente a quienes piensan abstenerse”, dice. Pero ella no lo hará, aunque
sea a regañadientes: “Hay muchas personas que no tienen derecho a votar y que
serían las primeras víctimas de la política de Marine Le Pen... Y me digo que
iré a votar, aunque sea por ellos”.
Quien no tiene dudas es Hassan Ben M’Barek. El fundador de
Banlieues Respect organizó el pasado jueves un encuentro republicano con otras organizaciones cívicas para llamar
a frenar al Frente Nacional. “Rechazamos en bloque el proyecto de Marine Le
Pen, está basado en el repliegue, la exclusión, la mentira y la xenofobia”,
declara. Y añade: “Nuestra movilización representa un rechazo absoluto de la
perspectiva de semejante desastre”.
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